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¿Qué ocurre con las baterías una vez dejan de servir para los vehículos?

El constante aumento de la demanda de coches eléctricos (en lo que va de año se han matriculado un 27,7% más de turismos 100% eléctricos) está acarreando el problema del reciclaje de sus baterías, que duran de 10 a 20 años antes de necesitar ser reemplazadas. Esto ha llevado a las empresas automotrices y de otros sectores a estudiar cómo pueden aprovechar las baterías una vez que ya no sirven para los vehículos.

Las baterías no están muertas cuando llegan al final de su primera vida útil, sino que pueden tener una nueva oportunidad. En ese contexto aparecen tres posibilidades para estas baterías.

La primera de ellas es la reutilización. Esta alternativa permite aprovechar las baterías que llegaron al final de su vida útil sin añadir materias primas o complicados procesos adicionales, convirtiéndose en la opción más sustentable.

Segunda alternativa es el reciclaje. Las baterías de coches eléctricos están fabricadas por minerales valiosos y relativamente caros, tanto en términos económicos como en términos medioambientales. Pero estos minerales son muy duraderos y hasta un 95-98% de ellos pueden ser recuperados para servir como fuente de materia prima para la construcción de nuevas baterías.

Por último, las baterías pueden ser reprocesadas para su posterior uso como pieza de recambio para diferentes vehículos eléctricos, siempre tras ser sometidas a un trabajo de reparación, lo que conocemos como reacondicionamiento. Las baterías en segunda vida pueden ser reacondicionadas y reparadas en sus celdas para mejorar su capacidad, también podrían incluso servir para incorporarse en coches de combustión que se reacondicionen para transformarse en vehículos eléctricos, lo que se conoce como ‘re-trofit’.

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