Para el año 2025 se espera que haya más de 500 millones de vehículos conectados en circulación y que para 2030 los servicios de vehículos conectados alcancen un valor de 75.000 millones de euros, lo que convierte el mercado de los vehículos conectados en una de las áreas de mayor crecimiento en el Internet de las Cosas (IoT, por sus siglas en inglés) y ofrece oportunidades de ingresos para la industria de la automoción y empresas del ecosistema.
Sin embargo, para que estas previsiones se puedan cumplir es necesario que estas tecnologías continúen desarrollándose y mejorando. En este sentido, hay nuevas formas de conectividad que han surgido en los últimos años. Una de ellas, que permite conectar los vehículos con los diferentes actores, es el VANET -Vehicular Ad Hoc Network-, que se basa en utilizar los propios vehículos como nodos de comunicación, realizando una comunicación descentralizada.
El funcionamiento de esta tecnología es conseguir que los vehículos en vez de realizar una conexión con una estación de comunicaciones -del mismo modo que se realizan las comunicaciones de nuestros teléfonos móviles-, se conecten directamente entre ellos sin ningún intermediario.
Gracia al comúnmente conocido como VANET se crearían redes vehiculares -actualmente en fase de desarrollo- que facilitarían una conexión rápida entre vehículos con diferentes velocidades, posibilitando comunicar alertas predictivas de incidentes, cambios meteorológicos, etc.