Bruselas ha aprobado que los automóviles de combustión -que usan gasolina, gasóleo o gas- puedan seguir vendiéndose más allá de 2035 a condición de que empleen exclusivamente combustibles sintéticos. Pero, ¿sabemos cómo funcionan?
Estos combustibles tienen la ventaja de que contaminan menos y que son climáticamente neutros. Esto significa que el CO2 que genera es compensado con el que se empleó en su elaboración.
A diferencia de otros biocombustibles que se obtienen de residuos agrícolas, industriales o urbanos, los sintéticos, también conocidos como e-fuels, se logran mediante un complicado proceso que inicia con la obtención de electricidad 100% renovable, que luego es utilizada para llevar a cabo la electrólisis del agua y generar hibrógeno (H2). Este elemento se combina luego con CO2 capturado de la atmósfera y de ahí se obtiene el e-fuel.
Sin embargo, este tipo de combustibles tiene un gran argumento en contra: su elevado coste. En este sentido, la organización ecologista Transport & Environment estima que su precio en 2030 sería de 2,80 euros por litro, frente a los 1,70 euros que cuesta ahora mismo la gasolina. Es decir, un coste un 64% superior lo que, en un depósito de unos 60 litros serían 66 euros extras. No obstante, marcas como Porsche, que ya está desarrollando proyectos alrededor de este tipo de combustible, estiman que cuando se industrialicen el precio no será tan elevado y que podría situarse alrededor de los 1,80 euros por litro.