Hasta la fecha, las baterías de iones de litio han sido las protagonistas entro de la fabricación de vehículos eléctricos. Estas cuentan con la ventaja de cumplir todos los requisitos de una manera bastante fiable y regular, aunque su desempeño no sea excelente o sobresalga en algún aspecto. Y es que, las baterías en los vehículos determinan factores como la capacidad energética, el peso, la fiabilidad, la vida útil o el coste, por lo que son un aspecto muy a tener en cuenta.
Sin embargo, a medida que las tecnologías evolucionan se descubren nuevas alternativas que portan aspectos distintos y pueden ganar popularidad. En este caso hablamos de las baterías de litio ferrofosfato (LFP), que llevan ya bastante tiempo en el mercado, se están convirtiendo en uno de los competidores más convincentes de las baterías de litio convencionales.
El beneficio principal de los cátodos LFP en comparación con los NCM o NCMA, ricos en níquel, con parte de cobalto y parte de manganeso (y también en ocasiones aluminio), es la abundancia relativa de hierro en la tierra. Este aspecto es clave puesto que su mayor disponibilidad respecto a los materiales de las baterías de iones de litio convencionales permite fabricar baterías más baratas, más sostenibles y menos susceptibles a los problemas de la cadena de suministro.
Por otor lado, en términos de rendimiento, las celdas LFP ofrecen beneficios en la tasa de descarga y en el ciclo de vida. Con una tasa de descarga de hasta 25 C, las baterías LFP tienen la capacidad de suministrar más energía, más rápido y a temperaturas más altas que las tradicionales de iones de litio. Su ciclo de vida también es más largo. Ofrecen entre 1.000 y 5.000 ciclos de carga/descarga en comparación con los 500–1.000 ciclos de carga/descarga de las baterías de iones de litio.
Sin embargo, no todos son beneficios. La desventaja más significativa de la tecnología LFP está en su densidad de energía. Mientras que las de iones de litio ofrece alcanzan los 150-200 Wh/kg las LFP tan solo llegan a 90-120 Wh/kg. La consecuencia es que las baterías LFP tienden a ser más pesados y más grandes para alcanzar la misma capacidad energética que las baterías de iones de litio.
Conocedores de todos estos pors y contras, Tesla ha incorporado estas baterías en la mitad de los coches eléctricos que ha fabricado en el primer trimestre de 2022, diversificando su oferta de baterías en función de las necesidades de cada modelo determinado. La mayoría de las baterías LFP que está montando se encuentran en sus vehículos de rango estándar, es decir en los modelos base que no aspiran a autonomías por encima de los 500 kilómetros ni a grandes rendimientos, pero que, sin embargo, cumplen perfectamente con las necesidades de los clientes.