Lo primero que hay que tener en cuenta a la hora de conducir un eléctrico es que, como en cualquier coche, conducir con suavidad y anticiparse a los peligros es clave para conservar la energía.
En los modelos eléctricos esto es especialmente importante, ya que ahorrar tanta energía como sea posible y recargar la batería utilizando la energía cinética del frenado regenerativo preservará la autonomía disponible, lo que significa que se necesitará cargar el coche con menos frecuencia.
Una de las mejores y más sencillas formas de hacerlo es soltar el acelerador al acercarse a los cruces. Además, bajar pendientes o circular por autopista son otras formas de ahorrar energía. La mayoría de los coches eléctricos tienen un sistema de frenado regenerativo ajustable, que se selecciona mediante las levas situadas detrás del volante o los botones situados cerca del selector de marcha. Así puedes ajustar el nivel de fuerza de frenado regenerativo. Los ajustes más potentes son útiles en la conducción urbana con paradas y arranques.
Por otro lado, muchos vehículos eléctricos tienen también la opción de ‘un solo pedal’, que utiliza el frenado regenerativo para detener el coche por completo. Esto significa que solo tienes que usar el acelerador para acelerar o frenar.
Acondicionar la batería y el interior del coche a temperaturas óptimas antes de salir de casa también ahorra energía y aumenta la autonomía. Además, como dicta el sentido común, cuantos más dispositivos eléctricos estén encendidos en el coche más energía se consumirá. Por ello es clave utilizar solamente los imprescindibles en cada momento.
Por último, actualmente casi todos los vehículos eléctricos incluyen una aplicación para smartphone que permite controlar la autonomía disponible, encontrar los puntos de recarga más cercanos y configurar los controles de preacondicionamiento.