Entre los riesgos de adquirir un coche eléctrico o electrificado se encuentra la posibilidad de que se queden rápidamente obsoletos, al tratarse de una tecnología que avanza rápido y que mejora a cada año, y que debido a ello pierdan valor al poco tiempo de haber salido de fábrica.

Para evitar este problema algunas marcas como Volvo han encontrado en la conectividad del coche la solución. Mediante la actualización del software, la cual puede conseguir desde aumentar o gestionar la autonomía hasta instalar nuevos programas que mejoren el proceso de carga o la seguridad, un coche eléctrico puede evitar quedar desfasado frente a modelos más nuevos de manera tan rápida.

Así, como si de un teléfono móvil se tratara, las marcas pueden actualizar sus versiones ya en el mercado de manera inalámbrica, sin tener que exigir al conductor que lleve el vehículo al taller para una puesta a punto. Mediante un paquete de actualizaciones que se descarga en el coche, el cliente recibirá para su vehículo nuevas funciones, corrección de errores y mejoras de estabilidad para los sistemas de propulsión e ‘infoentretenimiento’ del vehículo.